Una experiencia en la Guajira. Gracias a la Fundación Internacional María Luisa de Moreno

El canto del gallo (Kootole”era: gallo en wayuunaiki, el idioma de los wayúu)

Con  la expresión Asakaa los indígenas wayúu saludan a los visitantes, pero no es un saludo protocolario, es la forma de conectar afecto con la otra persona. Y cuando empieza un nuevo día tienen una forma aún más bella de saludar, ellos usan la palabra Jamaya pü”lapüin, que significa qué tal estuvo tu sueño. De igual manera te dan el bienvenido con la expresión ¡Antüshi Pia!

Antes de comenzar a contar mi experiencia en la Guajira, más exactamente en Mayapo y el Pájaro (Corregimientos de Manaure), agradezco a la Fundación Internacional María Luisa de Moreno por permitirme ir por primera vez a este exótico lugar de la Colombia Pluriétnica.

Aprecio la obra de la Fundación porque este trabajo de ayuda humanitaria tiene como punto de partida el afecto y la acogida al ser humano, aparte del despliegue de profesionales médicos y de una logística envidiable. Debo reconocer que he sido apático al trabajo de las Fundaciones porque en su mayoría son asistencialistas, pero en este caso, encontré una institución comprometida, que acompaña, que forja procesos y que evita a toda costa caer en la figura de simple dar y dar. Por eso no dudé en donar mi tiempo como voluntario.

Muy a pesar de que dicen que los indígenas Wayúu son culturas encerradas en sí mismas, pude ver otra cosa diferente: la afluencia masiva de personas de las comunidades indígenas para recibir diferentes servicios médicos (más de 30 especialidades) y la forma como nos acogieron y brindaron su cariño, demuestra lo contrario.

Ver pasar suavemente las manos de una indígena por el rostro de la coordinadora de la Fundación quien dirigía esta Brigada, Marisol Sandoval, es el signo evidente de una riqueza inmensa de seres humanos que infortunadamente hemos abandonado, y poco o nada, conocemos de ellos. Los Wayúu acogen cuando perciben que las intenciones son sanas y rechazan a aquellos que van a engañar o a despojar. 

¿Por qué el canto del gallo?

Haciendo mi trabajo de reportero gráfico encontré en una de las rancherías del corregimiento del Pájaro, un gallo de unos colores tan hermosos que jamás había visto en un ave de corral. Quise usar la figura del gallo, para contar mi experiencia, porque cuando el gallo canta, es hora de despertar.

Es hora de despertar y de reconocer la grandeza humana y pluriétnica que tiene Colombia. Los indígenas Wayúu son una riqueza para este país. Su organización, sus leyes, su lengua (El wayuunaiki), sus clanes, su espiritualidad, en la que se destaca la mediación de la aküja (oralidad) y las orientaciones de los alaülayu (personas destacadas en el saber), mediaciones que ellos usan para salvaguardar el  bienestar social y una convivencia pacífica. Además, la pertenencia a un territorio (en Wayuunaiki ii) constituye  un espacio sagrado porque de él se deriva el conocimiento y el sustento de la vida. Desplazar a un Wayúu es algo así como condenarlo a la pena de muerte.

En una sociedad en la que se vive el desarraigo y la falta de pertenencia, los indígenas Wayúu nos dan una gran lección: el ii, o sea el territorio, es como la matriz espiritual de cada persona que se reafirma y se mantiene viva en la memoria colectiva de sus generaciones. “Los ancianos señalan que esta espiritualidad permite reconocer el lugar de los antepasados o donde está sembrado el cordón umbilical que los mantiene unidos a la Madre Tierra”.

Algo que me llamó la atención de los indígenas Wayúu es que al preguntarles sobre la muerte y el cielo, ellos cuentan que cerca al Cabo de la Vela existe el Jepira, donde habitan los espíritus de los Wayúu muertos y desde donde luego emprenderán su viaje definitivo a la eternidad. 

De los Wayúu aprendí a mirar de una manera diferente el tiempo, algo curioso fue apreciar que la inmensa mayoría no tenía reloj y muy a pesar de que les tocaba esperar para ser atendidos en cada uno de los consultorios médicos, en ningún momento los vi angustiados, agresivos o con estrés.

Los Wayúu tienen una riqueza humana envidiable, no obstante, tienen también muchas dificultades por el abandono del Estado y por los innumerables prejuicios que hay sobre su cultura. Me parte el corazón ver tantos niños con diferentes tipos de desnutrición, comunidades enteras carentes de atención médica, de educación, de agua potable, de condiciones de vida dignas, mujeres que necesitan diferentes servicios, hombres adultos y adultos mayores que tienen que sobrellevar diversas enfermedades, porque la clase dirigente de la Guajira ha sido carcomida por el flagelo de la corrupción y le ha negado a las comunidades lo que necesitan. 

¡Es hora de despertar! con el canto del Kootole”era (del gallo). La Guajira es un lugar de vida, de cultura, de historia, un depósito de valores humanos y espirituales. Aprendamos de las comunidades indígenas y ayudemos a que este patrimonio étnico no desaparezca.
           
En esta experiencia deseo resaltar que la Fundación Internacional María Luisa está demostrando que a estas comunidades indígenas se les puede atender si se actúa con un profundo respeto a su identidad, a cada ser humano, a su forma de ser y además, si se les acoge y se aprende de ellas.  

Este trabajo de  ayuda humanitaria es el puente para descubrir la riqueza de estas comunidades y también para unir muchas fuerzas vivas con el fin de ir acabando con esa espiral de muerte que ha llevado a minar estos centros de vida y de cultura en el país. De hecho, esta brigada se pudo realizar gracias al trabajo mancomunado con la Armada Nacional, el Ejército, la Fuerza Aérea, la Policía y el Embajada de Estados unidos, en un programa que se denomina Promesa Continua 2017. 

Mi condición de católico, no es un obstáculo, para reconocer el trabajo que ha venido realizando la doctora María Luisa Piraquive, a través de su Fundación de la cual soy voluntario y además, agradecerle por enseñarme a “fabricar sueños en un mundo real”.




Fotografías de archivo de la Fundación Internacional María Luisa de Moreno