ORAR EN TIEMPOS DE RUIDO ¿CÓMO ENCONTRAR A DIOS EN LA VIDA ACELERADA?

Por Luis Daniel Londoño Silva
Mgtr. en Violencia Doméstica y de Género
Escritor
Teólogo católico y Comunicador

Vivimos en una era de velocidad y sobrecarga de información. El tiempo parece escapar de nuestras manos, y el ruido externo e interno nos impide entrar en el silencio donde Dios nos espera.

Sin embargo, en medio de la vorágine de la vida, la oración sigue siendo el espacio privilegiado para encontrarnos con Él. Como afirma el cardenal Robert Sarah, “sin silencio, Dios desaparece en el ruido” (La fuerza del silencio)

Quiero como teólogo y como persona de oración, explorar en este artículo cómo es posible orar en tiempos de ruido, cómo el silencio interior puede ser cultivado y qué enseñanzas nos ofrecen la tradición cristiana y los pensadores católicos sobre este desafío contemporáneo.

 El ruido no es solo el sonido de la ciudad o las notificaciones del teléfono; es también la distracción de nuestra mente y el constante estímulo que nos aleja del recogimiento. Romano Guardini, en su libro “Las etapas de la vida”, advierte que una persona fragmentada por la prisa y la dispersión difícilmente puede entrar en la profundidad de su ser donde Dios habita.

Por su parte, el teólogo Karl Rahner, afirma que el cristiano del futuro será “un místico o no será cristiano”, refiriéndose a la necesidad de una experiencia profunda de Dios en medio del mundo secularizado.

Jesús mismo se retiraba a orar en el silencio de la noche (Mc 1,35), mostrándonos que la oración requiere apartarse, aunque sea interiormente. Santa Teresa de Ávila hablaba de la “recogida interior” como la llave para entrar en el castillo del alma, mientras que San Juan de la Cruz describía la “noche oscura” como el proceso necesario para escuchar a Dios más allá de los ruidos del mundo. Estas experiencias muestran que sí es posible crear una atmósfera de silencio en la que nos encontramos con Dios en ese recinto hermoso llamado corazón.

San Ignacio de Loyola nos ofrece en sus Ejercicios Espirituales un método para entrenar el silencio interior mediante la contemplación y la repetición de una palabra o frase que nos ayude a centrar la atención en Dios. El monje Thomas Merton también advertía sobre el peligro de vivir en la superficialidad y la necesidad de hacer pausas para “escuchar con el corazón”.

El silencio interior no significa ausencia de sonido, sino una actitud de apertura y receptividad. Henri Nouwen señala que la oración comienza cuando dejamos de hablar y aprendemos a escuchar. En un mundo donde todos quieren expresarse, aprender a callar para escuchar a Dios es un acto contracultural pero esencial para la vida espiritual.


FORMAS PRÁCTICAS DE ORAR EN LA VIDA ACELEBRADA

La respiración consciente como oración

La respiración es una herramienta valiosa para entrar en sintonía con la presencia de Dios. Inspirar con gratitud y exhalar entregando preocupaciones ayuda a centrar la mente y el corazón. Puede ser tan simple como inhalar repitiendo mentalmente “Dios está aquí” y exhalar diciendo “Confío en Ti”. Parece simple, elemental, pero es una forma de serenar las emociones y el ataque desenfrenado de la mente.

 La oración en movimiento

No siempre es necesario detenerse físicamente para orar. Caminar, correr o incluso hacer tareas diarias como lavar los platos pueden convertirse en momentos de encuentro con Dios si se hacen con conciencia plena. La clave es transformar cualquier actividad en un acto de gratitud y de relación con Dios.

 La gratitud diaria en un diario o mentalmente

Tomarse un momento al final del día para escribir o recordar tres cosas por las que estar agradecido es una forma sencilla de oración que ayuda a reconocer la presencia de Dios en lo cotidiano.

La música como oración

Escuchar canciones que eleven el espíritu, ya sea música instrumental, góspel, clásica o incluso sonidos de la naturaleza, puede convertirse en una forma de oración cuando se recibe como un regalo divino y se medita en su belleza.

La Biblia para orar en medio del ruido

En el caos de la vida moderna, donde el ruido externo e interno nos abruma, la Palabra de Dios se convierte en un refugio de paz y claridad. La Biblia no es solo un libro para estudiar, sino una fuente viva de oración que nos ayuda a encontrar a Dios en medio del caos.

San Jerónimo afirmaba: “Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo”, y Santa Teresa de Jesús nos recordaba que “si oramos con la Palabra de Dios, nunca nos faltará alimento para el alma”. Por ello, orar con la Biblia nos permite hacer silencio interior y escuchar la voz de Dios en nuestra vida cotidiana. 

Los salmos pueden ser un buen comienzo para empezar a recorrer el texto sagrado. Los salmos son una escuela de oración porque expresan toda la gama de emociones humanas: alegría, angustia, esperanza, gratitud y súplica. En medio del ruido, recitar un salmo en voz baja o meditar en una frase puede ser una forma maravillosa de centrarnos en Dios.

Contemplar la creación como espejo de la presencia de Dios

La naturaleza nos habla de Dios sin palabras. El Salmo 19 nos recuerda: “Los cielos proclaman la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. En un mundo donde la tecnología y la rutina muchas veces nos desconectan de la realidad, detenernos a contemplar la belleza de la creación nos devuelve al presente y nos permite reconocer la obra del Creador.

Dedicar unos minutos al día a observar el cielo, el movimiento de los árboles o el sonido del agua, reconociendo la presencia de Dios en esos momentos, es una excelente herramienta.

En palabras de San Agustín: “Pregunta a la belleza de la tierra, del mar, del aire dilatado y brillante; pregunta a la belleza del cielo... pregunta a todas estas cosas. Todas te responderán: Míranos y verás que somos bellas. Su belleza es su confesión. ¿Quién hizo estas cosas bellas sino la Belleza misma?” (Sermón 241).

El Ritmo de la creación y la vida espiritual

La naturaleza no se apresura, todo sucede a su tiempo. Las estaciones del año, el ciclo del día y la noche, el crecimiento de las plantas nos enseña que la vida espiritual también tiene procesos que no se pueden forzar.

Santa Teresa de Lisieux hablaba de su “caminito” hacia Dios, comparándose con una flor sencilla que crece según la voluntad de Dios. Este enfoque nos ayuda a entender que la oración no siempre será intensa y profunda, pero si es constante, como el río que fluye, nos llevará a una relación más auténtica con Dios.

Resulta muy interesante reflexionar sobre los ritmos de la naturaleza y compararlos con nuestra vida. ¿Estoy forzando demasiado las cosas? ¿Confío en los tiempos de Dios?

La pausa de un minuto

Cada cierto tiempo, detenerse por 60 segundos para hacer una pausa mental y respirar profundamente, repitiendo una palabra o frase corta como “paz”, “aquí estoy” “estoy en tus manos” o “amor”, puede ser un ancla para la presencia de Dios en el día. Hay que despojarse de tanta formalidad para descubrir a Dios en la simplicidad de una pausa.

La oración en el encuentro con los demás

Cada interacción humana es una oportunidad para orar. Antes de una reunión o conversación difícil, hacer una breve petición para actuar con paciencia y compasión puede transformar la manera en que nos relacionamos con los demás. La oración nos da la fuerza para controlar las emociones y encontrar en la palabra una herramienta de paz y de reconciliación.

La contemplación de lo cotidiano

Observar conscientemente el amanecer, el viento en los árboles o el rostro de un ser querido con un corazón abierto es una forma de oración que nos ayuda a encontrar a Dios en la belleza simple de la vida. Estas prácticas son accesibles para todos, sin importar la tradición religiosa, y ayudan a encontrar paz interior en medio del ritmo acelerado de la vida.

La vida acelerada no tiene por qué alejarnos de la oración; al contrario, puede convertirse en el lugar donde encontramos a Dios de manera más auténtica. Como señala el Papa Francisco, “Dios está siempre ahí, en el corazón de nuestra vida” (Evangelii Gaudium). Orar en tiempos de ruido es un desafío, pero también una oportunidad para descubrir que Dios está presente en cada instante, esperando ser escuchado. 

Te recomiendo el libro La fuerza del silencio: Contra la dictadura del ruido de RobertSarah, CARD.

         Y tú ¿Has vivido la oración como un encuentro gozoso con Dios?

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1 Comentarios

  1. Hola Daniel. Muy puntuales tus reflexiones y muy certeras. Pondremos en práctica las diferentes maneras de orar 🙏 y muchas gracias por compartir tu artículo. Un abrazo

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Tu comentario ayuda a profundizar la reflexión y el análisis. Muchas gracias.