LA HUMANIZACIÓN EN LA ERA DE LA TECNOLOGÍA ¿NOS ACERCA O NOS DESHUMANIZA?

Vivimos en una era dominada por la inteligencia artificial, la automatización y la hiperconectividad (Capacidad de estar conectado a través de diferentes medios de comunicación en cualquier momento y lugar; esta incluye el correo electrónico, las redes sociales, la mensajería instantánea, el teléfono y el internet). 

Paradójicamente, cuanto más avanzamos tecnológicamente, más se diluyen los encuentros humanos genuinos ¿Nos hace la tecnología más humanos o nos reduce a simples datos y algoritmos?

Byung-Chul Han, un filósofo surcoreano se ha destacado por su análisis crítico de la sociedad contemporánea, especialmente en temas como la tecnología, el capitalismo y la psicopolítica. Este filósofo argumenta que vivimos en una era de hipertransparencia y sobreexposición, donde la tecnología y la hiperconectividad generan agotamiento emocional, pérdida de profundidad en las relaciones humanas y una crisis de identidad.

Sus libros más conocidos son: La sociedad del cansancio, La expulsión de lo distinto y En el enjambre (Recomiendo leer alguno de ellos). Por su parte, Zygmunt Bauman, sociólogo y filósofo polaco-británico, quien ha desarrollado el concepto de “modernidad líquida”, describe una sociedad en la que los valores, las relaciones y las estructuras tradicionales han perdido estabilidad, volviéndose frágiles y efímeras. En “Amor líquido”, otra de sus obras, analiza cómo las relaciones humanas han perdido compromiso y profundidad en la era digital.

En este artículo deseo explorar sobre cómo la tecnología influye en nuestra humanidad, si en realidad fortalece o debilita nuestras relaciones y qué implica este fenómeno en la construcción de una sociedad más humana, aunque el objetivo es tener algunos conceptos básicos para la reflexión y la sugerencia de las obras de pensadores que han trabajado el tema, para que quien lea este artículo se sienta motivado a escrutar sobre estos fenómenos modernos. 

La hiperconectividad y la soledad digital

En un mundo donde las interacciones ocurren mayormente a través de pantallas, la sensación de conexión puede ser engañosa. Las redes sociales, diseñadas para unirnos, han creado burbujas de aislamiento donde las interacciones se vuelven superficiales y efímeras.

Byung-Chul Han, argumenta que esta sociedad hiperconectada genera un agotamiento emocional, donde la atención constante a las redes lleva a una ansiedad perpetua. La tecnología, en lugar de facilitar relaciones profundas, fomenta la fatiga y el individualismo, alejando a las personas de los encuentros significativos.

Bauman afirma que las relaciones humanas se han vuelto frágiles y desechables. En la era digital, las conexiones se hacen y deshacen con un clic, lo que disminuye el compromiso y la responsabilidad afectiva. La tecnología, en este sentido, parece deshumanizarnos al reducir el vínculo humano a meros intercambios informacionales.

Inteligencia artificial y la pérdida del contacto humano

Otro aspecto crucial es la automatización de las interacciones humanas. La inteligencia artificial (IA) ha avanzado hasta el punto de replicar conversaciones humanas, tomar decisiones y hasta acompañar emocionalmente a las personas. Sin embargo, esta tecnología plantea un dilema ético: ¿puede la IA sustituir la autenticidad del contacto humano?

La proliferación de asistentes virtuales (Programas informáticos que pueden realizar tareas, responder preguntas y comunicarse con los usuarios. Funcionan a través de la inteligencia artificial (IA) y el procesamiento de lenguaje natural) y chatbots (Programas informáticos que simulan conversaciones con los usuarios. Se basan en inteligencia artificial (IA) y pueden responder preguntas por texto o voz), en el ámbito de la salud mental y la atención al cliente sugiere que estamos delegando cada vez más funciones humanas a las máquinas. Aunque estas herramientas pueden ser útiles, también pueden reforzar la alienación. 

Al priorizar la eficiencia sobre la empatía, corremos el riesgo de reducir la humanización a un algoritmo preprogramado.

La tecnología como oportunidad para la humanización

A pesar de sus desafíos, la tecnología también puede ser una herramienta para la humanización si se usa de manera consciente y responsable. En tiempos de crisis, como la pandemia de COVID-19, la tecnología permitió a las personas mantenerse conectadas, facilitó el acceso a la educación y permitió la continuidad del trabajo.

El reto está en cómo equilibramos la eficiencia tecnológica con la necesidad de interacciones genuinas. Es fundamental desarrollar una ética digital que priorice la empatía y el bienestar humano sobre la simple optimización de procesos. La tecnología no es por su naturaleza deshumanizadora; el problema radica en cómo la utilizamos.

La era digital nos enfrenta a una paradoja: estamos más conectados que nunca, pero también más aislados. La tecnología, en sí misma, no es ni humanizadora ni deshumanizadora; es su uso lo que define su impacto.

Byung-Chul Han y Zygmunt Bauman nos alertan sobre los riesgos de la hiperconectividad y la fragilidad de los lazos humanos en la modernidad, pero también debemos reconocer el potencial de la tecnología para fortalecer nuestras relaciones y crear una sociedad más inclusiva y solidaria. La clave está en utilizar la tecnología como un medio para humanizar, y no como un fin en sí mismo.

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