DE LEÓN XIII A LEÓN XIV: EL PODER DE UNA LABOR PROFÉTICA

Por Luis Daniel Londoño Silva
Teólogo católico, escritor y comunicador

El nuevo Papa, Robert Prevost, eligió como nombre de identidad de su Pontificado el de León XIV; este hecho no es solamente una cuestión de gusto, sino que tiene su intencionalidad y su propio dinamismo histórico y Eclesial.

Imagen tomada de ACIPRENSA

Cabe anotar que los papas comenzaron a cambiar de nombre a partir del siglo VI. El primero en hacerlo fue Juan II en el año 533, quien se llamaba originalmente Mercurio, un nombre pagano que consideró inapropiado para un vicario de Cristo. 

Desde entonces, este cambio se volvió tradición, además, porque al asumir el pontificado, el Papa inicia una nueva misión espiritual, como los personajes bíblicos que recibían un nuevo nombre al ser llamados por Dios (Simón a Pedro, Saulo a Pablo). 

El nuevo nombre simboliza una nueva identidad, una intención de gobierno y un homenaje a papas anteriores o santos que inspiran su visión pastoral. Hecha la debida acotación vamos al análisis.

ELEMENTOS ESENCIALES DEL PONTIFICADO DE LEÓN XIII

La historia de la Iglesia suele ser contada en términos de rupturas y continuidades, de resistencias y de aperturas. En este mapa espiritual e institucional, el pontificado de León XIII (1878–1903) aparece como un cruce de caminos entre el catolicismo conservador del siglo XIX y una visión más dialogante con la modernidad. Fue un papa que, sin dejar de ser profundamente fiel a la doctrina, supo leer los “signos de los tiempos” antes de que esa expresión se hiciera común en el Concilio Vaticano II. León XIII no fue simplemente un teólogo en la cátedra de Pedro, sino un estratega cultural y social, un diplomático sagaz y un profeta de la dignidad humana en medio de un mundo convulsionado.

Para ser justos en este recorrido por el papado de León XIII (1878–1903), debo afirmar que, el papa Gioacchino Pecci, quien tomó el nombre de León XIII, fue elegido a los 68 años, luego de la larga y conservadora etapa de Pío IX. El nuevo Papa, León XIV, apenas dista de un más de este Pontífice.

El mundo que heredó León XIII estaba marcado por profundas transformaciones:

Socialmente, Europa vivía las consecuencias de la revolución industrial: el éxodo rural, la urbanización desordenada, las condiciones laborales inhumanas, el crecimiento del proletariado y el surgimiento de nuevas tensiones de clase.

Económicamente, el liberalismo se imponía como doctrina dominante, mientras el socialismo comenzaba a articular una crítica sistemática al capitalismo.

Políticamente, el papado había perdido los Estados Pontificios (1870), y la unificación de Italia había marginado al Papa a una condición ambigua de “prisionero en el Vaticano”.

Culturalmente, el positivismo y el cientificismo minaban la autoridad de la Iglesia en los campos de la educación, la filosofía y la moral pública.

Religiosamente, muchos católicos vivían atrapados entre la añoranza del pasado medieval y el miedo al progreso, mientras otros clamaban por una Iglesia que respondiera a las preguntas del presente.

En este panorama, León XIII se convirtió en una figura de equilibrio: ni reaccionario, ni ingenuamente progresista. Su propuesta era clara: la Iglesia debía dialogar con el mundo sin perder su alma. Considero que, en este sentido, hay una coincidencia plena con el nuevo Papa, León XIV.

Imagen tomada de Diócesis de Valledupar

Vayamos al pensamiento de León XIII:

Con la encíclica Rerum Novarum (1891), León XIII sentó las bases de una nueva sensibilidad eclesial frente a los temas del trabajo, la justicia social y los derechos de los pobres. Fue el inicio formal de una tradición de pensamiento que continúa viva hasta nuestros días. Guardando las distancias, hay situaciones que incluso han empeorado con aparición de situaciones como: el dilema entre la guerra y la paz, el fenómeno migratorio, el incremento de la pobreza, de las injusticias de un mundo igualmente convulsionado, a esto se la suman las situaciones internas de la misma Iglesia.

Promovió un renovado interés por Santo Tomás de Aquino como referente intelectual para el diálogo entre fe y razón. En su encíclica Aeterni Patris (1879), alentó la vuelta al tomismo como columna vertebral del pensamiento católico frente al relativismo moderno. León XIV está inspirado en la actualidad del pensamiento de san Agustín de Hipona.

León XIII fue un diplomático hábil y promotor de la libertad religiosa. A diferencia de su predecesor, no rompió relaciones con los nuevos Estados liberales. Intentó, con prudencia, establecer acuerdos que protegieran los derechos de los católicos en ambientes hostiles. Fue pionero en la idea de una Iglesia que no depende del poder temporal para cumplir su misión espiritual.

Este Papa tuvo una visión pastoral universal con visión internacional. Su pontificado se caracterizó por una notable apertura a los desafíos del mundo, con encíclicas que abordaban temas políticos, sociales, educativos y religiosos. Fue uno de los primeros papas verdaderamente “globales” en pensamiento y acción. Robert Prevost – León XIV, es un hombre con una visión global desde su profunda experiencia de misionero y ciudadano del mundo.

Imagen tomada www.eldestapeweb.com 

Retomando la Encíclica Rerum Novarum (De las cosas nuevas) publicada el 15 de mayo de 1891, fue la primera gran intervención de la Iglesia en la cuestión obrera. Su importancia no solo fue doctrinal, sino también pastoral y profética. En ella, León XIII no eligió un bando ideológico: ni el laissez-faire capitalista ni el socialismo materialista. Su propuesta era más audaz: una tercera vía sustentada en la dignidad del ser humano y la ley natural. He aquí algunos elementos de base:

La dignidad del trabajo y del trabajador

El trabajo no es una mercancía, sino una actividad humana que participa del orden de la creación. Por tanto, el trabajador tiene derechos: a un salario justo, a condiciones dignas y a un tiempo para el descanso y la vida espiritual.

La propiedad privada como derecho natural

La encíclica defiende la propiedad privada como una extensión de la libertad personal, pero le impone un límite ético: debe estar orientada al bien común. No es un ídolo, sino una herramienta.

Crítica al socialismo y al liberalismo extremos

León XIII denuncia el socialismo por querer abolir la propiedad privada y por fomentar el conflicto social. Pero también denuncia el liberalismo salvaje que convierte al obrero en un esclavo moderno, sin protección ni voz.

El papel del Estado en la justicia social:

El Estado no debe ser opresor ni ausente, sino garante del bien común. Tiene el deber de proteger a los pobres, promover leyes laborales justas y velar por el equilibrio entre capital y trabajo.

La función de los gremios y asociaciones obreras:

El papa alienta la creación de asociaciones de trabajadores católicos como un medio de protección y formación. Esta visión sería germen de futuras organizaciones sindicales cristianas.

En una época donde muchos levantaban trincheras ideológicas, León XIII prefirió tender puentes. Su legado no se limita a los documentos que firmó, sino a la valentía con que asumió el desafío de hacer presente el Evangelio en medio de un mundo nuevo. Fue un papa que no temió al pensamiento, que dignificó al trabajador, que apostó por el diálogo y que abrió las puertas a una Iglesia más comprometida con la historia. Este pensamiento coincide con las intenciones y dinámicas del nuevo Papa León XIV.

Imagen tomada de Minutos de Amor
CONCLUSIÓN

León XIII defendió con fuerza que el ser humano no puede ser reducido a un engranaje económico. León XIV hereda esta convicción y la actualiza: en una era marcada por la inteligencia artificial, la biotecnología y la exclusión digital, su voz podría recordarnos que ninguna tecnología vale más que una vida, y que toda persona, nacida o por nacer, es imagen viva de Dios.

León XIII, con Rerum Novarum, colocó a los pobres en el centro del pensamiento social cristiano. León XIV podría consolidar una nueva "Rerum Humanarum", donde no solo los trabajadores, sino también los migrantes, los descartados, los excluidos por razón de género, raza o situación económica, sean el eje de una nueva pastoral de la justicia.

León XIII promovió el pensamiento de Santo Tomás como puente entre teología y filosofía. León XIV, inspirado en san Agustín, podría consolidar procesos de humanización, basado en la búsqueda de la Verdad desde una auténtica interioridad y trascendencia.

León XIII, sin dejar de ser un Pontífice político y teólogo, cuidó su vida interior y su amor al Evangelio. León XIV podría proponer una espiritualidad contemplativa pero activa, centrada en la fraternidad universal heredada de san Agustín, la sinodalidad profunda y el redescubrimiento del Cristo pobre y resucitado, con la fuerza de un profeta y la ternura de un pastor. Su labor como misionero se constituye en una gran aporte a la Iglesia.

Si lo deseas, comenta y comparte este artículo

Publicar un comentario

1 Comentarios

  1. Excelente estudio y clara comparación de estos dos jerarcas de la Iglesia Católica. He dicho que el hombre en toda su integridad debe considerarse como un ser " biológico, sexológico, psicológico, sociológico, ecológico, político y religioso" no se puede apartar de estos siete caracteres humanos para fraccionar su integridad.

    ResponderBorrar

Tu comentario ayuda a profundizar la reflexión y el análisis. Muchas gracias.