Había una vez una familia donde todos parecían felices. Sin embargo, cada noche, un monstruo invisible merodeaba por el hogar: no tenía garras ni colmillos, pero sí palabras y gestos que herían sin dejar marcas en la piel. Este monstruo no era más que una colección de creencias y actitudes que, sin darnos cuenta, repetimos día tras día, y que continúan alimentando la violencia en nuestros hogares.
Hoy te invito a mirar de cerca esas actitudes silenciosas, esas semillas de machismo que muchas veces pasan desapercibidas, pero que pueden crecer y convertirse en algo peor.
1. “Los hombres no lloran”: Reprimir la vulnerabilidad masculina
Lo que hay detrás: Enseñar a los varones que deben ser siempre fuertes y no expresar emociones, los convierte en adultos incapaces de manejar el dolor y la frustración. Esa represión puede transformarse en agresión.
2. “Ayúdame con los niños”: Paternidad como favor y no como corresponsabilidad
Lo que hay detrás: Muchos hombres siguen viendo la crianza como una tarea femenina a la que “colaboran”, no como una responsabilidad compartida.
3. “Eso es un trabajo de mujeres” – Segregación de tareas en el hogar
Lo que hay detrás: Dividir las labores domésticas por género perpetúa una desigualdad estructural. La sobrecarga de tareas recae sobre las mujeres, generando tensiones, cansancio y resentimiento.
4. “Yo mando aquí”: Autoritarismo encubierto de liderazgo
Lo que hay detrás: Muchos hogares aún funcionan bajo el esquema del hombre como "jefe del hogar", confundiendo liderazgo con dominación. Esta jerarquía impide el diálogo y legitima el abuso.
5. Juzgar los gustos o expresiones por género
Lo que hay detrás: Criticar a un niño porque le gusta bailar, o a una niña que prefiere jugar fútbol, refuerza roles arcaicos y limita el desarrollo.
Exorcízalo 👇
6. “Calladita te ves más bonita”: Silenciamiento femenino en la toma de decisiones
Lo que hay detrás: Aún persiste la creencia de que las mujeres deben ser sumisas, no discutir ni contradecir. Se confunde respeto con obediencia, y discreción con invisibilidad.
Conclusión: Seguir exorcizando
El cambio nunca empieza con grandes discursos, sino desde la valentía de revisar lo cotidiano y de atreverse a hacer preguntas incómodas. Estas actitudes machistas, invisibles a los ojos de muchos, si no se nombran, seguirán creciendo bajo la alfombra y ese monstruo invisible seguirá siendo más fuerte y podría acabar con tu hogar o crear hombres y mujeres que abran en el futuero las puertas de sus hogares a ese monstruo que quizás quiera seguir permaneciendo invisible y que hacde mucho daño.
Que este artículo sea el primer paso para provocar conversaciones importantes y, sobre todo, posibilitar hogares más libres y amorosos. La educación es la herramienta más poderosa: transformemos el presente, uno en casa, juntos.
Hagamos de nuestros hogares lugares donde nadie tenga miedo de ser quien es. Donde el respeto no se mendigue. Donde el amor no duela.
Por Luis Daniel Londoño Silva, Mgtr. en Violencia Doméstica y de Género
dalonsi@gmail.com
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