DEL HUMANISMO SALVAJE AL HUMANISMO INTEGRAL

La humanidad contemporánea vive una paradoja inquietante: en la era de la hiperconectividad digital y la globalización, experimentamos una soledad existencial profunda y una fragmentación social creciente. Hablamos más que nunca de derechos humanos, pero parecemos haber olvidado la humanidad compartida que los sustenta. 

Este ensayo reflexivo y propositivo exploro y analizo esta crisis humanista desde una perspectiva crítica, afectiva y esperanzadora, interrogando cómo hemos llegado a devorar la riqueza de las diferencias —por miedo, ignorancia, sistemas opresivos o la lógica depredadora del capital— y cómo este "humanismo salvaje" nos aleja de una convivencia plena. 

La paradoja de la humanidad contemporánea

Vivimos en un mundo donde la tecnología nos conecta instantáneamente con personas al otro lado del planeta, pero donde la experiencia de la alteridad —del otro como espejo y complemento— se diluye en la homogeneización cultural y la indiferencia. Byung-Chul Han, en La expulsión de lo distinto, describe cómo la sociedad contemporánea tiende a eliminar lo diferente, lo extraño, en un afán de seguridad y control que termina por empobrecer la experiencia humana. 

Esta expulsión del otro nos deja solos en medio de una multitud conectada, generando una paradoja: cuanta más información compartimos, menos nos comprendemos.

Adolfo Vázquez Rocca, desde la crítica a la "sociedad del cansancio", y Santiago Castro-Gómez, con su denuncia de la Hybris del punto cero, señalan que el universalismo excluyente y la razón instrumental han despojado al humanismo de su capacidad para abrazar la diversidad y la complejidad. Así, la pregunta incómoda surge: ¿Por qué nos cuesta tanto reconocer que el otro no es un enemigo, sino un espejo de lo que nos falta? Tremendo interrogante.

El humanismo salvaje: diagnóstico de una crisis

El humanismo salvaje es una metáfora que nombra la fragmentación, la exclusión y la instrumentalización de lo humano. Es un humanismo que, en lugar de celebrar la riqueza de las diferencias, la devora. Lo hace mediante la lógica del capitalismo tardío, que reduce al ser humano a categorías útiles —consumidor, ciudadano, víctima, héroe— y descarta lo que no encaja en sus esquemas de producción y consumo.

También lo hace el nacionalismo identitario, que levanta muros y niega la alteridad en nombre de una identidad supuestamente pura. Incluso ciertas corrientes progresistas, en su afán de corrección política, pueden caer en la cancel culture, que silencia en lugar de dialogar. Esta es la categoría del petrismo en cabeza del Jefe de Estado de Colombia, Gustavo Petro. Este mandatario, decadente por cierto, pretende imponer ese progresismo mesiánico que se auto proclama como alternativa única de la política y su gran paradoja ha sido de reproducir esquemas obsoletos, excluyentes, violentos y generadores de miseria. El progresismo se convirtió en involución mediocre. 

Emmanuel Lévinas, en Totalidad e infinito, nos recuerda que el rostro del otro nos obliga éticamente, pero hoy evitamos ese encuentro con algoritmos que filtran la realidad y muros que separan. Walter Mignolo, en Desobediencia epistémica, critica el humanismo occidental como un proyecto colonial que ha negado otras formas de ser humano. María Zambrano, en Claros del bosque, denuncia la razón instrumental que "desalojó la poesía del mundo", reduciendo la experiencia humana a una mera gestión técnica. Eso se evidencia en la música, la que con la reproducción de la vulgaridad humana, ha matado la poesía de las letras (Ej. el reggaeton). 

Ejemplos concretos abundan: el racismo estructural que persiste en las sociedades occidentales, la polarización en redes sociales que impide el diálogo, la mercantilización de la empatía mediante el pinkwashing o el greenwashing, y la explotación despiadada de la naturaleza, que es otra forma de negar la alteridad. Alicia Puleo y Arturo Escobar alertan sobre este antropocentrismo salvaje que nos lleva a explotar el planeta como explotamos a los "diferentes".

Hacia un humanismo integral: pistas para construir juntos

El humanismo integral no es una utopía abstracta, sino una práctica diaria que busca abrazar la complejidad, el diálogo intercultural, la justicia ecológica y la ética del cuidado. Boaventura de Sousa Santos, en Epistemologías del Sur, propone un "humanismo de la translación" entre culturas, que reconozca la deuda histórica y promueva la reparación en lugar de la mera tolerancia.

Jorge Larrosa, en Tremores, y Raquel Gutiérrez Aguilar, desde los feminismos comunitarios, destacan la importancia de gestos pequeños y cotidianos —escuchar sin responder, cultivar la lentitud, crear espacios no competitivos— como actos revolucionarios que rehumanizan. El cuerpo como territorio político, la danza, el arte callejero o las asambleas barriales son formas de resistencia que recuperan la humanidad, como muestran Paul B. Preciado y colectivos como LasTesis en Chile.

La tecnología también puede ser aliada si se usa con ética: proyectos como Zemos98 o Tecnox exploran cómo amplificar voces marginadas sin caer en el extractivismo digital. Y la espiritualidad en la línea de José María Mardones y las cosmogonías indígenas, recupera el sentido de lo sagrado en lo secular, promoviendo una conexión profunda con uno mismo, los demás y la naturaleza, por supuesto, sin exlcuir las espiritualidades occidentales que van más allá de la alienante devocionalidad.

La utopía como camino

El humanismo integral no es un ideal lejano, sino un horizonte que nos impulsa a caminar. Como decía Eduardo Galeano, "la utopía está en el horizonte, camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar".

La mesa compartida, el jardín comunitario, la biblioteca autogestionada son imágenes que simbolizan la posibilidad de un humanismo integral, donde las diferencias no se devoran sino que se multiplican en riqueza. La pregunta abierta que queda es: ¿Qué estamos dispuestos a soltar para abrazar un "nosotros" que no anule, sino que multiplique?

Luis Daniel Londoño Silva. Mgtr. en Violencia Doméstica y de Género, Teólogo, Comunicador y Escritor. dalonsi@gmail.com - WhatsApp - 3124746574

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