Por Luis Daniel Londoño Silva
Mgtr. en Violencia Doméstica y de Género
Escritor
Teólogo católico y Comunicador
¿Por qué queremos humanizar a las mascotas?
El
amor que sentimos por nuestras mascotas es innegable. Son compañeros leales,
nos brindan alegría y nos hacen sentir comprendidos. Sin embargo, en nuestra
profunda conexión con ellos, muchas veces caemos en la trampa de la
humanización: vestirlos como bebés, darles dietas que no corresponden a su
biología, atribuirles emociones humanas y hasta llevarlos en cochecitos como si
fueran niños. ¿Por qué lo hacemos? La respuesta está en nuestra necesidad de
afecto y compañía, en un mundo donde las relaciones humanas se vuelven cada vez
más frágiles.
Los animales, especialmente los perros y gatos, han pasado de ser guardianes y cazadores para convertirse en “hijos de cuatro patas” (Perrijo y Gatijo). Esta tendencia responde a la soledad, el estrés y la búsqueda de vínculos incondicionales. Sin embargo, ¿estamos realmente beneficiándolos al tratarlos como humanos?
La humanización como tortura silenciosa
Uno de los errores más comunes es interpretar sus acciones desde una perspectiva humana. Por ejemplo, cuando un perro destruye un mueble, muchos dueños creen que lo hace “por venganza”, cuando en realidad es una reacción a la ansiedad o el aburrimiento.
También es frecuente ver perros con sobrepeso debido a una alimentación inadecuada basada en la comida humana, lo que puede derivar en enfermedades graves. Incluso el exceso de cariño y el apego desmedido pueden afectar el bienestar del animal.
Un
perro hiper protegido, que no se socializa con otros perros o que nunca es
dejado solo, puede desarrollar problemas de ansiedad por separación. De la
misma manera, un gato obligado a vivir en un entorno sin estímulos naturales
puede volverse agresivo o deprimido.
Los animales tienen instintos, necesidades y comportamientos propios de su especie. Un lobo jamás podrá ser un perro doméstico, un loro no debería vivir en una jaula minúscula y un pez no es un adorno de escritorio.
Respetar la naturaleza implica permitir que cada especie viva conforme a sus necesidades biológicas. La domesticación de ciertas especies, como perros y gatos, ha hecho que puedan convivir con los humanos, pero esto no significa que deban vivir como ellos.
Es fundamental comprender y respetar su etología (el estudio del comportamiento animal) para garantizarles una vida plena y saludable.
Consejos para evitar la humanización de las mascotas
Entender su naturaleza
Antes
de adoptar un animal, es clave investigar sus necesidades reales y ofrecerle un
ambiente adecuado.
A
menos que sea por razones de salud o clima extremo, los animales no necesitan
vestirse como humanos. A veces es recomendable envolver en algún trapo a los
recién nacidos por ciertos problemas de sensación térmica, pero son situaciones
extraordinarias.
Los
perros y gatos tienen requerimientos nutricionales específicos que no deben ser
suplidos con comida humana.
En
lugar de interpretar sus gestos desde una visión humana, es importante aprender
cómo realmente se comunican.
Los
animales necesitan interactuar con otros de su especie para desarrollar
comportamientos equilibrados.
Es
sano que las mascotas tengan momentos de soledad y autonomía, sin estar constantemente
en brazos o en espacios restringidos.
Amar no es humanizar
El
amor verdadero hacia nuestras mascotas no consiste en tratarlas como bebés
indefensos, sino en respetarlas como los seres que son. Humanizarlas no las
hace más felices; al contrario, puede causarles estrés, ansiedad y
enfermedades.
Nuestra tarea como dueños responsables es brindarles una vida en la que puedan desarrollar su comportamiento natural, sin imposiciones humanas que los priven de su verdadera esencia. La mejor manera de demostrarles amor es con respeto, conocimiento y un compromiso genuino con su bienestar.
Si queremos ser verdaderamente responsables con los animales, dejemos de verlos como extensiones de nuestras emociones y aprendamos a amarlos por lo que realmente son.
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Los
perros necesitan líderes, no dueños – Patricia McConnell
En
la mente de un perro – Alexandra Horowitz
El
hombre y el perro – Konrad Lorenz
El
lenguaje de los perros: Las señales de calma – Turid Rugaas
3 Comentarios
Pensando en hacer un gran bien! Estan maltratando los animales!
ResponderBorrarEs cierto. Porque pensamos desde nosotros, no desde ellos.
ResponderBorrarLa carencia de afecto hace que se pierda el norte y confundamos la naturaleza de las mascotas, gracias por sus comentarios tan acertados
ResponderBorrarTu comentario ayuda a profundizar la reflexión y el análisis. Muchas gracias.